Superando una dura infancia, en la que fue echado de casa a los 13 años, y las dudas sobre si era una verdadera estrella de la NBA, la personalidad de Jimmy Butler ha encajado finalmente en el Heat de Miami liderándolos hasta la primera final de su carrera.
Para el escolta, de 31 años, la serie final que arranca este miércoles en Disney World ante Lakers de Los Ángeles de LeBron James será la mayor prueba deportiva en una vida plagada de obstáculos.
Su padre abandonó a su familia cuando él era un bebé y su madre lo echó a los 13 años de su casa en Tomball, un suburbio de Houston. «No me gusta tu aspecto. Te tienes que ir», fueron las palabras de despedida de su madre, según relató Butler a ESPN.
Durante años fue un nómada, durmiendo unas cuantas semanas en el sofá de un amigo y luego en el de otro, acudiendo a la escuela y jugando al basquetbol, pero sin llamar demasiado la atención.
En el instituto encontró finalmente un domicilio permanente al ser acogido por la familia de un amigo, Jordan Leslie, un talentoso deportista que llegaría a jugar en la NFL.
Con una vida familiar más estable, Butler pudo concentrarse en el deporte y, aunque no era considerado una promesa a nivel nacional, consiguió una beca de la universidad de Marquette en Wisconsin.
Pero Butler prefiere que su problemática juventud no se enmarque en la clásica narrativa deportiva del triunfo sobre la adversidad.
«Por favor, sé que vas a escribir algo», le dijo a un periodista de ESPN en 2011 poco antes del draft. «Solo te pido que no lo escribas de manera que la gente sienta lástima por mí. Odio eso».
«No hay nada que lamentar. Me encanta lo que me pasó. Me hizo la persona que soy. Estoy agradecido por los desafíos que he enfrentado», recalcó.
Esos retos convirtieron a Butler en un feroz competidor que ha conducido al Heat a su primera aparición en las finales desde la marcha de LeBron James en 2014.
Al escolta le tomó una década encontrar un entorno a su medida en la NBA. Seleccionado por los Bulls en el último puesto (30º) de la primera ronda del draft, Butler se hizo un nombre en la liga en Chicago y fue llamado para el Juego de las Estrellas.
Tras seis temporadas con presencia regular en playoffs pero sin alcanzar una final de la conferencia Este, el escolta fue traspasado a los Timberwolves de Minnesota en 2017, donde solo estuvo una campaña entre tensiones con la estrella del equipo, Karl Anthony-Towns.
En 2018 fue enviado a los 76ers de Filadelfia, donde se esperaba que su empuje y experiencia encajaran a la perfección en un equipo emergente liderado por los jóvenes Joel Embiid y Ben Simmons.
Sin embargo, volvieron a haber problemas de química y, después de que los Sixers fueran apeados de playoffs en la segunda ronda, Butler tuvo que hacer de nuevo las maletas.
En julio del año pasado el mítico Pat Riley se hizo con sus servicios para sus Heat, donde Butler parece haber encontrado por fin un hogar deportivo.
«Creo que todo esto se reduce a ser querido, a ser apreciado por lo que uno aporta», dijo Butler sobre su mudanza a Miami.
El técnico Erik Spoelstra dice que el trabajo que hizo con Riley para convencer a Butler fue rápido, recordando una cena que los tres compartieron en junio pasado como «una de las visitas de reclutamiento más asombrosas que hemos tenido».
«Uno sentía que después de 20 minutos estábamos alineados en cómo veíamos la competición y el trabajo y la cultura, todo», dijo Spoelstra.
Fuente; diariolasamericas.com