WASHINGTON — Demócratas y republicanos se preparaban el miércoles para librar una batalla judicial para determinar el ganador de las elecciones entre el presidente Donald Trump y su rival, Joe Biden.
Ya en las primeras horas del miércoles, cuando los resultados aún no eran muy claros en varios estados, Trump dijo estar listo para pedir a la Corte Suprema de Justicia que resuelva las disputas sobre el recuento de los votos.
La campaña del presidente Trump interpuso demandas el miércoles en Pensilvania, Michigan y Georgia, sentando las bases para impugnar los resultados en estos tres estados en momentos en que Joe Biden se acerca a los 270 votos electorales necesarios para llegar a la Casa Blanca.
Las nuevas demandas, que se suman a los recursos legales presentados por los republicanos en Pensilvania y Nevada, exigen un mayor acceso para los observadores de campaña a sitios en donde se procesan y computan las boletas, y expresan preocupación en torno a los votos en ausencia, indicó la campaña.
Medios de comunicación críticos de Trump se han adelantado dando victorioso a Biden en Michigan el miércoles, sin que las autoridades se hayan pronunciado oficialmente. Nevada, Pensilvania y Georgia siguen sin un claro ganador.
La campaña de Trump también intenta intervenir en un caso de Pensilvania que se encuentra ante la Corte Suprema acerca de si pueden contabilizarse las boletas que se recibieron hasta tres días después de la elección, dijo el subdirector de campaña, Justin Clark.
Su campaña también anunció que solicitaría un recuento en Wisconsin, un estado que los medios de comunicación han declarado ganador a Biden la tarde del miércoles. El jefe de campaña de Trump, Bill Stepien, citó “irregularidades en varios condados de Wisconsin” sin dar más detalles.
Biden dijo el miércoles que los conteos deberían continuar en todos los estados, y añadió: “Nadie nos va a quitar nuestra democracia, ni ahora, ni nunca”.
El portavoz de la campaña del candidato demócrata, Andrew Bates, señaló que las campañas «ganadoras» no recurren a impugnaciones legales.
“Lo que hace que estas farsas sean especialmente patéticas es que mientras Trump exige recuentos en los lugares que ya perdió, se enfrasca al mismo tiempo en intentos infructuosos de suspender los conteos de votos en otros estados en los que se encamina a la derrota”, dijo Bates en un comunicado.
Funcionarios electorales continuaban con el conteo de votos en todo el país, un proceso normal un día después de los comicios. A diferencia de años previos, los estados han tenido que lidiar con una avalancha de boletas por correo debido al miedo a votar en forma presencial durante la pandemia. Al menos 103 millones de personas votaron de forma anticipada, ya sea por correo o de forma presencial, cifra que equivale al 74% del total de votos emitidos en las elecciones presidenciales de 2016.
En cada elección, los resultados que se reportan por la noche de la jornada electoral son extraoficiales y el cómputo de boletas se prolonga más allá del día de las elecciones. La revisión y conteo de las boletas por correo por lo general toma más tiempo. Este año, debido al enorme número de votos por correo y la apretada contienda, se prevé que los resultados tomen más tiempo.
La determinación de Trump de cuestionar resultados reavivó la hipótesis de que, como en 2000, la justicia decida cómo los estados pueden escrutar los sufragios o hacer recuentos.
Voto por correo
El coronavirus obligó a los estados, responsables de fijar sus normas electorales, a promover el sufragio postal y a cambiar las reglas sobre cómo y cuándo se iban a recoger, verificar y contabilizar.
Para responder al flujo de millones de votos emitidos por correo, congresos estatales y autoridades electorales extendieron el plazo de recepción de sufragios debido a la sobrecarga del servicio postal, prolongaron el tiempo de conteo de esos votos y dieron otros pasos para facilitar el proceso.
Los republicanos alegan que algunos de esos cambios se aplicaron indebidamente y para favorecer a los demócratas.
En Pensilvania, la campaña de Trump anunció que se iba a sumar a una demanda presentada por los republicanos antes de las elecciones sobre la extensión del plazo para recibir el voto postal en ese estado.
Si ganan esa batalla legal, podrían descalificarse decenas de miles de votos entregados a las autoridades electorales después del día de las presidenciales.
La Corte Suprema de Pensilvania ya dictaminó que era legal la extensión de plazo, y el caso llegó la semana pasada a la Corte Suprema federal, que se negó a implicarse en ese asunto.
El alto tribunal dejó, sin embargo, la puerta abierta para un recurso después de las elecciones.
El equipo del presidente también anunció que presentó una demanda para detener temporalmente el escrutinio en Pensilvania, alegando que el proceso estaba siendo ocultado por los demócratas. En Filadelfia, sin embargo, el conteo se difundía en directo.
En Michigan, la campaña del presidente también pidió parar el recuento porque, según afirmó, no se le había dado un «acceso significativo» al proceso.
¿Puede decidirse una elección en las cortes?
Sí. En el año 2000, las elecciones entre el republicano George Bush y el demócrata Al Gore dependieron del estado de Florida.
Bush tenía una ventaja de apenas 537 votos sobre seis millones en el estado y hubo numerosos problemas con las papeletas, una tarjeta que los votantes tenían que perforar. El equipo de Gore solicitó por tanto un recuento de los sufragios en Florida.
La campaña de Bush llevó el caso a la Corte Suprema de Estados Unidos, que decidió detener el recuento de los votos, lo que le dio la victoria definitiva al republicano.
Los expertos aseguran que esas demandas sólo pueden resultar útiles si se centran en un problema real y la distancia entre los dos candidatos es reducida.
Derek Muller, profesor de derecho de la Universidad de Iowa, cree que ningún candidato presentará demandas si está significativamente a la zaga en varios estados.
«Si eso ocurre en un solo estado», dice, «entonces sí espero litigios». Pero si el margen de diferencia es de dos o tres puntos porcentuales -unos 100.000 votos en el caso de Pensilvania- «es bastante difícil litigar», añade.
Una Corte cautelosa
La Corte Suprema ha sido muy cautelosa en cuanto a involucrarse en asuntos electorales que son regidos por leyes de los estados.
Y su decisión de 2000 que definió la presidencia en favor de George W. Bush dejó muchas preguntas sin respuesta sobre el sistema de votación de Florida, por lo que la Corte se cuida ahora de dañar su imagen ante la sociedad.
Un pleito electoral pondría bajo los reflectores a los seis miembros conservadores y tres progresistas de la Corte Suprema.
«La Corte Suprema no tiene que intervenir», dijo Muller. «Creo que se necesitaba en 2000 pero no está necesariamente claro que sea lo mismo ahora», afirmó.
Fuente; diariolasamericas.com